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La familia que escogemos

Por: Salomé Carvajal Vega

La adopción por parte de parejas del mismo sexo en Colombia ha sido un tema controversial que ha estado rodeado de avances legales y desafíos sociales. En 2015, una sentencia histórica de la Corte Constitucional ratificó el derecho de las parejas del mismo sexo a adoptar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales si es en beneficio del menor. Sin embargo, la implementación de esta sentencia ha variado significativamente, y las adopciones por parte de parejas homosexuales continúan enfrentando barreras culturales y administrativas que afectan la experiencia general. Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, el 70% de las solicitudes de adopción proceden de parejas heterosexuales, el 29% de los solicitantes son individuales y solo el 0,2% de las solicitudes se realizan a parejas del mismo sexo.

El proceso de adopción en Colombia ya está dominado por estrictas regulaciones y políticas que buscan proteger al menor en todo momento. Los largos filtros de evaluación, que incluyen examen psicológico, convivencia, estado de ánimo, salud general y verificación de antecedentes financieros y judiciales pueden transformar la percepción social, y algunos solicitantes homosexuales sienten una vigilancia extra.

El ICBF y diversas fundaciones que colaboran con el proceso de adopción en el país han dado pasos relevantes para formar a sus profesionales en la sensibilización sobre casos de familias diversas. De todas formas, los especialistas coinciden en que a pesar de que las instituciones tienen una base legal clara, los estereotipos sociales persisten en los procesos burocráticos, en el seno de los equipos de trabajo, así como en el ámbito social. Una encuesta realizada por la ONG Colombia Diversa muy reciente mostró que, el 45% de las parejas del mismo sexo que iniciaron un proceso de adopción han sentido algún tipo de discriminación o trato diferenciado a través de alguna de las fases del proceso. Esta forma de discriminación puede tomar formas sutiles, como preguntas intrusivas sobre la orientación sexual o comentarios implícitos sobre la capacidad de las personas homosexuales para adoptar a un menor.

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Adelaida Tofiño, psicóloga del equipo de defensoría de familia en el área de protección del ICBF, asegura que todavía perdura un sesgo cultural en la sociedad colombiana y que, en consecuencia, también lo hay para las familias que son distintas. Según Tofiño, a pesar del avance en las leyes, los estigmas sociales no han desaparecido.

“Las parejas del mismo sexo tienen generalmente un proceso de adopción emocionalmente más largo, dado que para muchas personas la percepción es que un niño o una niña necesita de una figura materna y paterna. Pero esto carece de fundamento científico, pues mediante los correspondientes estudios se ha demostrado que los niños son igualmente felices en la crianza diversa que en la crianza heterosexual”. Tofiño resalta que parte de su trabajo dentro del ICBF también abarca sensibilizar a sus colegas y romper con los prejuicios.

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Otro proceso que lleva a cabo el ICBF con los niños es, actividades de sensibilización, donde aprenden a forjar su autoestima, aprenden sobre la diversidad de familias que se pueden crear. Cuando un menor ya es apto para ser adoptado, en las diferentes pruebas que les hacen, una de las preguntas más importantes es, si se sienten cómodos al ser adoptados por una pareja homosexual o prefieren una pareja heterosexual, la mayoría de sus respuestas resultan conmovedoras “los niños casi siempre me dicen que lo único que quieren es una familia que los ame y haga felices, no tienen ningún estigma”,-comenta ofiño.

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Laura Ruiz y Mariana Correal, una pareja de Medellín, están llevando un proceso de adopción. Llevan juntas desde hace doce años y decidieron adoptar hace dos. Desde que lo decidieron han pasado por un proceso largo de entrevistas extensas y exhaustivas de evaluación. Laura explica que, aunque el personal ha sido amable, se han sentido sujetas a un seguimiento más minucioso a causa de su orientación sexual. "Parece que nuestras vidas son evaluadas con más intensidad. Nos preguntan cosas que, tal y como nos comentan nuestros amigos heterosexuales que han adoptado, nunca les preguntaron", dice Laura.

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Para ellas, la motivación de criar una familia es clara y esperan ir superando cada uno de los obstáculos a los que se tienen que enfrentar con paciencia y esfuerzo. Su historia representa también las dificultades emocionales y prácticas que enfrentan muchas parejas homosexuales en Colombia que desean adoptar.

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Camila Patiño, de 27 años, adoptada en su niñez por una familia homosexual, es activista en Colombia y recuerda que, aunque en EE.UU. donde vivió en su infancia, era una sociedad más abierta, en Colombia sí que ha enfrentado algunos estigmas. “Mis padres siempre me enseñaron a ver el amor más allá de los géneros” explica Camila. Ella considera que su infancia le ha hecho ver la diversidad familiar desde una mentalidad abierta y tolerante. Sin embargo, advierte que hoy al menos en algunas regiones de

Colombia hay una fuerte expectativa de que la pareja ideal sea la que forman una madre y un padre, que eso afecta tanto a los niños como a las parejas que desean formar parte de ese modelo no tradicional.

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Laura y Mariana, aún en la vorágine que representa la búsqueda de la adopción, son optimistas sobre su futuro como madres. “Tenemos claro que somos capaces de ofrecer un hogar con amor y estable y eso es lo que cuenta al final del día” dice Mariana. Acompañándose de la experiencia de otros padres homosexuales que ya han vivido este proceso, se han construido un espacio seguro donde contar sus experiencias y donde recibir asesorías. Este tipo de redes se han convertido en algo fundamental para aquellos que atraviesan el proceso de adopción, en un país donde los estigmas siguen constituyendo una barrera emocional notable.

El ICBF y diversas ONGs siguen dando pasos en la dirección correcta para desmantelar las creencias en torno a la adopción por parte de parejas homosexuales. Las cifras y las experiencias de quienes ya han pasado por este proceso demuestran que ser una buena familia puede surgir en muchas configuraciones y que amor y compromiso no tienen sexo. Pero mientras la sociedad colombiana encuentra su ritmo frente a ello, el proceso para las parejas homogéneas seguirá requiriendo un altísimo nivel de perseverancia y resiliencia.

Las opiniones aquí expresadas por los autores no representan la visión o la ideología de la Universidad Externado de Colombia.

Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de sus titulares.

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Noviembre-Diciembre 2024

El arte es ser familia

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